Ante la interpretación que se generó sobre su declaración, Boric lamentó el malentendido y reconoció que fue su responsabilidad no haber sido lo suficientemente claro en su expresión. Afirmó que no pretendía sugerir que quienes condenan los crímenes de la dictadura debían carecer de misericordia hacia los perpetradores, sino que su crítica se centraba en la falta de responsabilidad de estos últimos a lo largo de décadas.
El Presidente también abordó su visión sobre la Unidad Popular (UP) y Salvador Allende. Afirmó que, a pesar de la oposición de su familia a la UP, la figura de Allende influyó en su desarrollo político. Aclaró su posición sobre la creación de mitos en la política, sosteniendo que estas idealizaciones no son beneficiosas para ninguna figura política, incluyendo a Allende. Boric reconoció la dificultad de juzgar a un presidente desde la perspectiva actual y destacó que la UP no fue responsable del golpe de Estado ni de los eventos posteriores, enfatizando en la importancia de recordarla desde una perspectiva de participación, organización y alegría, aunque también reconoció ciertos niveles de sectarismo que contribuyeron a la división en ese período histórico.