La definitiva cita con las urnas de este domingo en Perú enfrenta a los dos candidatos que más pasiones y aversiones levantan en una ya de por sí polarizada y fragmentada sociedad peruana, Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Dos tendencias radicalmente opuestas se disputan la segunda vuelta de las elecciones generales, con las que se intenta poner punto y aparte a una de las historias recientes de mayor inestabilidad política de la región.
Castillo, de Perú Libre, y Fujimori, de Fuerza Popular, fueron las dos opciones más votadas de una primera vuelta marcada por los agitados antecedentes que ha estado viviendo Perú en los últimos cuatro años, con cuatro presidentes y los seis últimos procesados por corrupción.
El pasado mes de abril, un casi desconocido Castillo fue la candidatura más votada entre la casi veintena de aspirantes a domar la inestabilidad que en los últimos años ha representado Casa Pizarro, seguido de Fujimori, un clásico de la política peruana reciente, quien se enfrenta a su tercer intento de ser presidenta.
Sin embargo, la novedad no está tanto en las preferencias de los electores peruanos como en el rechazo que ambos generan. Si bien un 33%, según las últimas encuestas, no votarían por Castillo, un 55% no lo haría por Fujimori. La intención de voto sigue siendo ligeramente superior para el líder de Perú Libre, con el 51%, muy seguido de su competidora, que con un 48,9% ha recortado distancias en los últimos dos meses.
Entre los cinco candidatos más votados en la primera ocasión, ninguno superó el 20% de los votos. Entre Castillo -18,9%- y Fujimori -13,4%- cuentan con un tercio de los apoyos, por lo que para más de la mitad de los peruanos ninguno cuenta con legitimidad para ostentar el cargo.
Reseñable es también la cifra de peruanos que se abstuvieron o bien votaron en blanco, más de 3,2 millones, un 18,6%. En la cita de este domingo la cifra podría ser mayor, dependiendo de si los insatisfechos apuntan en mayor medida hacia uno u otro candidato, o contra los dos. En abril ya hubo una participación del 70%, unos 17,7 millones de electores, una caída del 11,8% con respecto a la cita de 2016.
Está por ver hacia qué lado se inclinará el voto del extranjero. Castillo, que no obtuvo buenos resultados fuera, espera hacer buena su alianza con la otra representante de la izquierda en la primera cita, Verónika Mendoza, sexta opción aquella vez, pero vencedora entre los peruanos de gran parte de Europa, además de Cuba y Rusia.
Por su parte, Fujimori fue la opción preferida de los migrantes peruanos en Japón, Colombia, Ecuador y Argentina, por lo que en esta ocasión apelará al apoyo conservador de los votantes de Rafael López Aliaga, el preferido en Norteamérica, Brasil, España, o Australia, y de Hernando Soto, quien arañó los votos en Asia.
En un Congreso ingobernable durante las últimas dos décadas, fruto tanto del sistema unicameral del régimen presidencialista peruano como de la fraccionada clase política del país, ni Castillo ni Fujimori obtendrán suficiente fuerza como para sacar adelante medidas de peso.
Las alianzas, como viene sucediendo desde el año 2000, serán previsiblemente circunstanciales y frágiles, dos características que años atrás han propiciado no pocos escándalos y acuerdos bajo la mesa para lograr los apoyos de alguna bancada.
Sin olvidar la figura jurídica de la vacancia, herramienta recurrente desde 2016, debido a la facilidad con la que puede solicitarse, pues sólo se necesita el apoyo del 20 por ciento de los parlamentarios. Con el 40%, 52 diputados, esta propuesta de moción de censura se admite a trámite, y se aprueba con el visto bueno de 87 de los 130 que conforman el pleno, el 66%.