Comparamos los valores registrados en boletas emitidas en estos locales entre marzo de 2021 y los primeros meses de 2022, con los precios que pusieron en sus góndolas en las últimas semanas. Hay marcas de aceite y huevos con alzas de hasta 90%, algunas leches subieron 20% y un tipo de café registró un incremento de 69%. Trabajadores de las áreas financieras de los supermercados dicen que se están emitiendo más tarjetas de crédito en este rubro, lo que ha incrementado el endeudamiento para comprar comida.
Luisa Fredes tiene 59 años y vive sola en una casa en la comuna de Padre Hurtado. El único ingreso que recibe es de $40 mil mensuales por cuidar a la hija de una vecina. “Estoy operada del corazón, tengo un marcapasos, entonces no puedo hacer fuerza. Por eso no me dan trabajo”, dice. Su situación produjo que, frente al alza en el precio de los alimentos registrada en el último año, ella no tuviera más opción que reducir sus comidas. “Al desayuno me tomo un puro té. Al almuerzo como lo que haya. Pueden ser papas, acelga o espinaca, la carne no se ve. A la once me tomo otro té y eso es todo. Por eso una va adelgazando y después vienen los problemas”, se lamenta.
Su caso no es una exageración. CIPER revisó la evolución de los precios de un grupo acotado de alimentos en ocho supermercados de las cadenas Lider, Jumbo y Unimarc, todos de la Región Metropolitana. Comprobamos alzas de hasta 90% en ciertas marcas de aceites y huevos, de 20% en algunas leches y de 67% en un tipo de café, entre otros incrementos. El análisis se basó en la comparación de los precios registrados en boletas emitidas por esos mismos locales de supermercados entre marzo de 2021 y los primeros meses de 2022, con los precios que exhibían en sus góndolas en la primera semana de abril de 2022.
Todos los productos que revisamos muestran alzas superiores a las que indica la medición oficial del Índice de Precios al Consumidor (IPC) para esos alimentos. Pero se debe tener en cuenta que el IPC es un promedio que se calcula considerando los precios que se cobran en diversos puntos de venta y no solo en los supermercados. Y también que los ocho locales que revisamos no constituyen una muestra representativa de todo el universo de este rubro. En todo caso, el IPC de marzo de este año fue el más alto desde 1993, con un 1,9%. Los registros oficiales indican que su variación acumulada en el primer trimestre de 2022 llegó a 3,4% y que el alza de los últimos doce meses marcó 9,4%.
Los especialistas consultados para este reportaje también indican que, además de la crisis económica generada por la pandemia y la inflación, hay otros factores que se deben considerar al analizar estas alzas. Uno de ellos es el conflicto entre Rusia y Ucrania, que a nivel internacional encareció productos como el aceite. Otro es que los proveedores de supermercados se adelantan a posibles alzas en sus costos de producción y suben los precios de manera preventiva, para asegurarse de que podrán reponer mercadería sin sufrir pérdidas.
Dirigentes sindicales de las áreas financieras de las cadenas de supermercados dijeron a CIPER que la escalada de precios ha generado también una mayor emisión de tarjetas de crédito asociadas a este rubro. Esto, dicen, ha provocado un aumento del endeudamiento para comprar comida. Y agregan que los más pobres pagan un costo más alto, porque, debido al riesgo crediticio que representan, se les aplican tasas de interés superiores.
VALORES EN SUPERMERCADOS VERSUS EL IPC
La revisión realizada por CIPER comprobó un violento incremento de precio en la mayoría de los alimentos comparados. Es el caso, por ejemplo, del aceite vegetal. Un litro de la marca Miraflores costaba, al 1 de junio de 2021, $1.699 en el Jumbo del Costanera Center (Providencia). El 4 de abril de este año, el mismo aceite, en el mismo supermercado, costaba $3.299, con un aumento de 94% en diez meses.
Un aceite vegetal de 900 ml. de la línea Cuisine and Co (marca propia de Cencosud), costaba $1.259 al 3 de marzo de 2021 en el Jumbo del Costanera Center. El mismo aceite, en el mismo supermercado, costaba 2.099 pesos el 4 de abril de 2022. Esto es un aumento de 67% en poco más de un año. Según el IPC, el alza de los “aceites y comestibles” ha sido de 32,2% en 12 meses.
En el supermercado Unimarc de Compañía 1214 (Santiago Centro), una marca de huevos tuvo un alza mayúscula. El 8 de mayo del año pasado, una caja de 12 huevos de color marca Cinta Azul costaba $2.240. El 6 de abril de este año, el mismo producto había aumentado a $4.260, con un alza de 90,1%. Según el IPC de marzo, la variación anual en el precio de los “huevos” fue de 5,3%.
Si el 21 de mayo de 2021 el café instantáneo Monterrey de 170 gr. costaba $2.590 en el Lider de Lo Marcoleta 361 (Quilicura), ahora en ese local el mismo producto cuesta $3.100. Un 19,7% más caro. En el Jumbo del Costanera Center, el Nescafé de 400 gr costaba $5.733 el 1 de junio del año pasado. Diez meses después, el precio había subido un 69,2%, hasta los $9.699. Según el IPC de marzo, el ítem “café y sucedáneos” tuvo una variación de 14,6% en los últimos 12 meses.
Según el IPC, el alza en “leches” fue de 8,3% en el último año. Pero en los supermercados el precio ha subido con más fuerza. La caja pequeña de leche de frutilla marca Colún, de 200 ml., subió un 22,9% en el Lider de Lo Marcoleta (Quilicura) entre mayo de 2021 y abril de 2022. En ese mismo periodo, la leche descremada de 1 litro, marca Lider, subió un 8,8%. Y en la misma sucursal, la caja de leche entera de 1 litro marca Loncoleche aumentó un 20,8% entre el 21 de agosto de 2021 y el 6 de abril de 2022. El precio de la leche condensada marca Nestlé subió un 25,21% en el Lider de Santa Amalia 1763 (La Florida), entre diciembre de 2021 y abril de 2022.
El único producto en el que detectamos una baja durante los últimos meses fue el atún enlatado, y solo en un local. En el Lider de Independencia 4142 (Conchalí), el atún tripack al aceite Robinson Crusoe disminuyó un 15,2% entre febrero y abril de 2022.
ESTRATEGIAS DE PRECIOS Y OFERTAS
“Yo con $15 mil compro muchas menos cosas que antes. Apenas me alcanza con esa plata”, dice una mujer de 77 años, quien pide mantener su identidad en reserva, mientras recorre una feria en Puente Alto. Y se pregunta: “¿Qué culpa tenemos que Rusia y Ucrania estén en guerra?”.
CIPER preguntó a Lider, Jumbo y Unimarc, si cuentan con alguna estrategia para aminorar el efecto del aumento del valor de los alimentos en el bolsillo de los clientes, pero declinaron referirse a sus políticas de precios. Quienes sí hablaron fueron líderes sindicales de las tres cadenas.
Rodrigo Aguilar, dirigente del Sindicato Interempresa Unión de Trabajadores Supermercadistas en Walmart (Lider), contó que “los valores de los productos, definidos por el área comercial de Walmart, son aumentados durante la semana, para luego, los jueves, lanzar ofertas de fin de semana. Los proveedores de los productos han tenido que reducir el gramaje para mantener los precios. Por ejemplo, azúcar de 900 gr., aceite de 900 ml., mayonesa de 900 y 750 gr.”.
Aguilar comentó que “Walmart viene reduciendo costos de la planilla de remuneraciones desde el inicio de la pandemia. El servicio que entrega es precario, en relación con años anteriores. La implementación de balanzas y cajas de autoservicio, y la transformación tecnológica, viene en alza. Lo lamentable es que la reducción de estos costos en ningún caso ha sido traspasada a los clientes, todo lo contrario, los valores de los productos suben todos los días”.
Un dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores Empresa Unimarc, que pidió la reserva de su nombre, dijo que “desconocemos la manera en que la empresa enfrenta el alza de sus precios por parte de los proveedores. No obstante, podemos señalar que los precios sí han experimentado alzas significativas”. Un dirigente del Sindicato Nacional de Cencosud (Jumbo), quien también solicitó la reserva de su identidad, comentó que “el alza en el precio de los alimentos se traspasa al cliente y crece muy rápido, todas las semanas. El proveedor informa sobre el alza cada siete días”.
Jorge Berríos, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, explicó que, como los productores entienden que existe un alza sostenida en los precios, los van subiendo aún más para evitar costos negativos en la reposición de su mercadería: “Es decir, como entienden que los precios van a subir, aumentan los precios en mayor medida para poder reponer mercadería y no quedar con pérdidas”.
LOS AUMENTOS SEGÚN EL IPC
Los últimos informes del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dan cuenta de un significativo aumento en el precio de los alimentos básicos. En particular, durante marzo de este año, en los de la carne y el pan. El mes pasado la carne de vacuno anotó un aumento de 23,9% respecto de marzo de 2021. Y el pan subió 19,1% en el mismo periodo.
Las personas han sentido las alzas en sus bolsillos. Y también en sus mesas. Así lo menciona Gabriela Fuenzalida, trabajadora de 47 años. Ella vive en Puente Alto junto a su hija y a su madre. “Ya es un lujo comprar yogurt como lo hacíamos antes. Ahora compramos una caja de leche, a lo más dos, porque también subió. Lo otro que nos afectó fue la carne, compramos lo justo y lo necesario, para el fin de semana. En la semana comemos pollo y tampoco tanto, porque también se fue a las nubes”.
De acuerdo con el IPC de marzo, la carne de pollo tuvo un aumento de 28% respecto de marzo de 2021. Mientras que el precio del yogurt incrementó un 11,8% en el mismo periodo. Esta última cifra es coincidente con la revisión que hizo CIPER: el yogur Protein de Soprole aumentó, entre el 11 de abril de 2021 y el 6 de abril de 2022, un 11,8% en el supermercado Lider de Lo Marcoleta (Quilicura).
El alza en el valor de estos productos se correlaciona con un informe publicado el 8 de abril pasado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El estudio mostró un aumento sostenido desde 2020 en el precio de los alimentos a nivel mundial: aceite (150,1%), carne (26,65%), azúcar (48,3%), productos lácteos (42,63%) y cereales (64,98%).
Trini Fisher (54 años), quien vive en Padre Hurtado junto a su hijo y su esposo, contó que ha debido dejar de comprar ciertos alimentos a causa del alza del precio. “Nosotros tomábamos leche descremada. Yo tengo diabetes, entonces no puedo comer cualquier cosa. Debido al precio de la leche descremada, no la pude comprar. Ya no compro nada de lácteos. Lo que más consumo es el huevo, a pesar de que también subió. A cuatro mil pesos está la bandeja”, dijo.
FACTORES EXTERNOS E INTERNOS
En el mundo académico se analizan los factores internos y externos que generaron las alzas. Jorge Berríos observa que “los factores internos, que pueden hoy representar casi un tercio del efecto, están dados por los retiros de los fondos previsionales y los apoyos dados por la pandemia”. En primer término, la pandemia complicó la cadena de suministros y forzó al gobierno a entregar ayudas económicas y los retiros de fondos previsionales, lo que impactó en la inflación. Y ahora último, algunos de los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, han sido el encarecimiento del petróleo y el estancamiento de la exportación del aceite de maravillas, el trigo y los fertilizantes.
El académico del Instituto de Economía de la Universidad Católica, Jaime Casassus, discrepa sobre el efecto de los retiros: “En general, se destaca en forma excesiva el efecto de los retiros, cuando a nivel global la situación no ha sido tan distinta. Es cosa de ver los altos índices de inflación en distintos países”.
Berríos agrega que en el ámbito interno “hay sí un efecto indirecto, que es la incertidumbre que existe en el mercado de valores con respecto a los cambios constitucionales y a los posibles cambios en temas tributarios y financieros. Esto genera algunos resguardos, como la reducción de la inversión y la salida de capitales al exterior”.
Acerca de qué medidas pueden tomarse para ralentizar el avance de la inflación, Casassus explicó que “es importante que las ayudas del gobierno sean focalizadas, es decir, solo para la gente que realmente lo necesita. Personas en grupos de niveles socioeconómicos más bajos, son quienes gastan una mayor fracción de su ingreso en alimentos. Las ayudas deben ir a principalmente ellos. Potenciar y extender en forma excepcional mecanismos de estabilización de precios, como el MEPCO en combustibles, a otros productos, puede ser también una buena medida”.
Berríos complementa: “Creo que las medidas tomadas por el Banco Central son las correctas, aunque eso tiene relación con el costo del financiamiento, que se ha triplicado, y las restricciones que ha puesto la banca para entregar financiamiento no solo a las personas, sino a las empresas. El equilibrio entre reducir la inflación y el efecto en tasas de interés es la gran apuesta de estos momentos. Muchas veces el costo del financiamiento se traspasa a los precios de los productos”.
ENDEUDARSE PARA COMER
Junto con el aumento del precio de los alimentos, una tasa de desempleo de 7,5% a nivel nacional y el recorte de algunos beneficios económicos, ha comenzado a crecer el número de personas que se endeudan para comprar comida mediante distintos mecanismos crediticios. Uno de los mecanismos son las tarjetas que entregan los servicios financieros de los supermercados, algunas de ellas asociadas a bancos.
De acuerdo con Luis Llaulén, secretario del Sindicato Lider BCI Servicios Financieros, “uno pensaría que, dada la crisis económica, la cantidad de tarjetas que están retirando los clientes sería menor. Pero no ha disminuido la cantidad de plásticos que se imprimen al mes, al contrario, aumentan”. Boris Garrido, presidente del mismo sindicato, agrega que se ha visto un incremento desde el último trimestre del año pasado: “Han aumentado alrededor de un 15%, aproximadamente”.
“Cuando nosotros conversamos con los dirigentes, decimos: por un lado, nos prohíben el retiro del 10%, porque va a haber mucho dinero circulando. Y, por otro lado, a esas mismas personas que pudieran hacer el retiro, les otorgamos créditos, que es dinero que está igual en el mercado. Cuesta entender la lógica”, cuestiona Llaulén.
El 6 de junio de 2021, Michel Awad, gerente general de Lider BCI, informó a La Tercera sobre un proceso de digitalización de la empresa que permitiría la inclusión de una tarjeta virtual. Esto abre espacio a un nuevo tipo de público y podría expandir su alcance en términos cuantitativos. Del mismo modo, se está trabajando en una asociación para unificar servicios con la tarjeta digital MACH.
“Van a hacer una unificación de información y no sabemos mucho qué va a ocurrir ahí, si va a haber aumento en los plásticos o en los cupos que se entreguen a los clientes”, comenta Llaulén.
Además del uso de tarjetas, existen los “Avances” y “SuperAvances”, que son ofertas en dinero que los clientes pueden solicitar. Los montos de estos préstamos pueden llegar a los $14 millones y su uso no implica dejar de usar la tarjeta Lider BCI.
“El problema de los súper avances es que, a raíz del aumento de la tasa de interés desde el Banco Central, también a los clientes se les ha visto traspasada esta tasa. Antes entregábamos créditos con tasa 1,1. Ahora estamos en tasas de 2,2 y 2,3”, dijo Boris Garrido.
Los sindicalistas cuentan que, por políticas de riesgo, estas tasas de interés se cobran de manera diferenciada dependiendo del estrato socioeconómico del cliente: “Castigan al de un segmento más bajo. Las tasas de los SuperAvances y Avances que se entregan a las personas de La Dehesa son distintas a las que se entregan a las personas que viven en Alto Hospicio, por ejemplo. Ellos (en La Dehesa) pueden obtener tasas mucho más bajas, por su nivel de riesgo, por dónde viven, por un montón de cosas. Se ve esta segmentación en que la gente pobre paga el doble en una tasa de interés”, explicó Garrido.
Además, las personas que ocupan la tarjeta Lider BCI para comprar comida con crédito, tienen la opción de saldar esa deuda con otra tarjeta de crédito: “Puedo ir al supermercado Lider a pagar la deuda con mi tarjeta CMR del Banco Falabella. Es lo que llamamos la famosa bicicleta, donde estoy pagando una deuda con otra deuda. Después esas personas, que son las de mayor riesgo y las de menor segmento económico, terminan completamente endeudadas. No existe regulación con eso”, dice el presidente del sindicato.
Sobre lo que tampoco existe regulación, según los sindicalistas, es sobre las tarjetas crediticias que no son filiales de ningún banco. “La tarjeta que teníamos antes, llamada Presto, que ahora es tarjeta Lider BCI, antes de ser parte del banco, ni siquiera informaba a la Comisión del Mercado Financiero (CMF). O sea, las deudas no aparecían en las instituciones financieras, porque no están obligados a informar”, indica Garrido.
Y agrega que “siguen existiendo tarjetas, como Unired, de Unimarc, en que no aparece la deuda (en el sistema bancario). La gente puede tener una deuda y el sistema no va a saber. Sigue sin ser perfecto el sistema, porque siguen existiendo estos retail financieros que no aparecen en la CMF, y no sabes el riesgo de la persona y no sabes cuánto daño le puedes hacer al sobre endeudarla”.
Al igual que los sindicalistas de Lider BCI, la presidenta del Sindicato Nacional Cencosud, Daisy Sotelo, ha observado un aumento en las solicitudes y morosidad de los clientes de la tarjeta Cencosud, controlada por Scotiabank, para comprar alimentos: “Hoy la gente está viviendo más al crédito, sobre todo por el aumento de los insumos básicos. Y los sueldos se han mantenido relativamente estables. Entonces, se ha encarecido todo y la gente está viviendo del crédito. Esto hace dos años atrás no se veía tanto”.
En el caso de Cencosud, las tasas de interés también funcionan diferenciando según el estrato socioeconómico del cliente. “Las tasas son diferenciadas. Los estratos más altos, que son de un poder adquisitivo mayor, tienen montos más altos para entregas y tasas mucho más bajas respecto del resto de clientes”, añade la presidenta del sindicato.
Esta falta de liquidez ha obligado a Marisol Rodríguez, de 61 años, a ocupar sus ahorros para comprar comida y no endeudarse. Ella vive con su pareja y con su hija de 18 años en Padre Hurtado, y cuenta que con el dinero que su pareja le entrega no le alcanza para los alimentos: “Tengo que poner de mis ahorros que he podido juntar”.