Entre 2018 y 2020, un trabajador del Hospital Base de Osorno, identificado como Camilo (nombre ficticio para resguardar su identidad), fue víctima de graves episodios de acoso y maltrato por parte de sus propios compañeros de trabajo. Los hechos, registrados en videos recientemente divulgados, dan cuenta de situaciones de tortura, humillaciones y agresiones físicas que hoy están siendo investigadas.
Camilo, un profesional adulto con Trastorno del Espectro Autista (TEA), ingresó al recinto asistencial como reemplazo en el área de informática. Sin embargo, desde su llegada fue blanco de hostigamiento. Sus colegas lo obligaron a desnudarse, lo amarraron de pies y manos, lo amordazaron y lo quemaron con un limpiador a vapor. También lo raparon en contra de su voluntad mientras lo ridiculizaban, registrando cada abuso en fotografías y videos.
Según los antecedentes, el afectado soportó meses de maltratos y agresiones, sin encontrar explicaciones ni apoyo. Incluso en una ocasión fue forzado a participar de una simulación de connotación sexual frente a otros funcionarios que se burlaban de él.
Falta de sanciones y reapertura de sumario
De acuerdo con información del propio Hospital Base de Osorno, los hechos fueron conocidos en su momento, pero el sumario administrativo iniciado no derivó en sanciones. Recién en 2024, con nuevos antecedentes, la dirección decidió reabrir la investigación interna y denunciar lo ocurrido al Ministerio Público, al considerar que los actos podrían constituir delitos.
Asimismo, la actual administración anunció que se aplicarán sanciones disciplinarias proporcionales a la gravedad de los hechos y que se presentó además una denuncia por la divulgación de los registros audiovisuales, ya que exponen al trabajador y lo revictimizan.
Reacciones
La Federación Nacional de Trabajadores de la Salud (Fenats) condenó los hechos a través de un comunicado, señalando que constituyen “una flagrante vulneración de los derechos fundamentales y de la dignidad humana”.
El gremio recalcó que no se trata de un hecho aislado, sino de una manifestación de violencia estructural en el mundo laboral, exigiendo sanciones ejemplares no solo para los agresores directos, sino también para quienes omitieron denunciar en su momento, transformándose en cómplices.